El antecedente nos remite a resultados operacionales del sector turístico privado en declive antes de la crisis ocasionada por la pandemia, golpeado por una imagen deteriorada tras las manifestaciones de octubre del 2019, un mínimo presupuesto de inversión otorgado al ente rector pero muy inflado en gasto corriente (pago de sueldos, arriendos, combustibles, etc), un plan de turismo que avizoraba ser la panacea pero que desencantó a muchos actores de la cadena por su proceso de aprobación apresurada, una imagen país ausente en la promoción, propuestas de proyectos tachados como demagógicos como 1×1 tren del pacífico pueblos mágicos y más condiciones que eran atribuibles a la gestión (o no gestión) de ese actor, dado que podía inclinar esa balanza en positivo o negativo porque disponía de argumentos y recursos para ello.
Efectivamente no es atribuible al ente rector la crisis que vive el turismo, pero sí que no ha podido atinar acción alguna que revierta la tendencia de cierre de empresas turísticas medianas y pequeñas, que no ha sabido cómo reconfigurar el sistema de tasas permisos patentes propias o de terceros, tampoco generar una bolsa de empleo que sostengan temporalmente a los trabajadores en riesgo de despido por reducción de operaciones, o que busque fortalecer un sistema único de acompañamiento de reservas y comercialización, poner techos a las tasas de interés de refinanciamiento de deudas, fomentar incentivos a la innovación (por mínima que sea), y asimismo incentivos (premio) por soportar esta dura situación. En fin, es necesario plantear escenarios de recuperación acelerada que permitan generar condiciones necesarias para mantenerse a flote a aquellos quienes no tienen una marca paraguas ni un know how de respaldo.
Con este escenario en crisis la solución primera fue establecer mecanismos de reactivación, pero el andamiaje sugería volver a un momento pre crisis, olvidando que ese entorno no era el más apto para ninguno, y con o sin pandemia el resultado nos conduciría al mismo efecto, pero un poco más lento. Es necesario evidenciar que la re configuración del turismo que se está dando es por selección natural, y no por planificación, así se ve la “nueva normalidad” peor a la anterior normalidad. Aquí las estrategias presentadas por Mintur: Documento
En reflexión se debe coincidir que parte de responsabilidad, mayor o menor, es de los acciones u omisiones de todos los actores del turismo: gremial, público, privado, académico. Un sector turístico poco especializado en sus distintos niveles, constantes prácticas informales que no pasa solo por el pago de impuestos, un gremio que ha declarado que no quiere más profesionales de turismo en sus filas, un sector que mira la fórmula omnipresente de promoción como inversión pública, un sector académico que exige más títulos que experiencia, una constante pelea de protagonismos por conveniencia o inconveniencia de un plan, un sector que teme innovar por muchas razones entre ellas porque resulta un negocio con altísima incertidumbre, un sector con duplicidad y multiplicidad innumerable de trabas de entrada y salida, y más muchos más. El sector tiene problemas que no solo pasan por cuestiones económicas, así también problemas estructurales que han sido postergados y, ahora más que antes, nadie ha querido abordarlos.
Los GADs están desamparados, los trabajadores fueron despedidos, los empresarios están en problemas, los guías y profesionales están detenidos, es urgente que se declare en emergencia al sector turístico. Con este escenario a cuestas, el sector llamaba a sus representantes del sector público a la acción, y no se esperaba que se tomen estos reclamos como una competencia “de pulso”, queriendo medir fuerzas ante la posibilidad de una queja masiva del sector turístico privado y gremial. #SOSTurismoEcuador, obtuvo una réplica virtual, orquestada por todo el aparato del estado que posicionó como tendencia a #ImpulsoAlTurismoEc . Así apareció el día miércoles en la noche (del 12 de agosto), que de acuerdo a las cifras no alcanzó este sitial de manera orgánica, por ende hubo algún presupuesto de por medio.
Ese es un golpe bajo, eso es lo que se recrimina a los asesores de crisis, un rector con oportunas y eficientes campañas ante aquellos que exigen que actúe, demostrando que sí pueden hacerlo pero que la actitud era el verdadero problema. Así ha dejado claro el ente rector del turismo ecuatoriano que ha dado la espalda a los requerimientos más urgentes que plantea el sector.
Existen propuestas de que el sector se saltará este eslabón (Mintur) y propiciará un nuevo sistema de gobernanza. Entonces, han presentado un escenario nuevo planteando una interrogante ¿El mantener a la primera autoridad de esa cartera de estado, sus asesores y primer grupo de trabajo, es necesario?. Algunos autores apuestan a trasladar las responsabilidades de esta cartera de estado a otra, “al fin de cuentas estábamos ya sin timón ni capitán, el obviarlos no harán mayor diferencia”.
El sector turístico busca cómo suplir el liderazgo de su ente rector que arrastra una creciente desconfianza de las últimas administraciones agravadas aún más con las diferencias aparentemente irreconciliables con el sector empresarial, y en último momento el aparecimiento de la pandemia no ha agregado nuevos problemas sino ha exteriorizado aquellos que estaban latentes. Hace falta recomponer el diálogo entre actores que han buscado soluciones que aplaque la ausencia de liquidez inmediata, pero que a la vez exigen que se afiancen bases para recomponer un sector que requiere ayuda urgente.
Turismo ConCiencia 